lunes, 25 de marzo de 2013

Reconstrucción: Artuke y Dinastía Vivanco

Esta va a ser una serie especial de artículos recuperados. Después del desdichado "enigma" informático que eliminó seis meses  de publicaciones -por mi inexperiencia con estos medios, también- sólo puedo rescatar tres textos de los primeros. No les daré mucho tiempo de exposición puesto que son antiguos y ya estuvieron publicados, pero me apetece que queden aquí, junto a sus sucesores. Este primero nace de un viaje al final de la primavera pasada y se publicó en verano, como queda anotado. Se centra en la bodega Artuke, y no viene mal ahora que sus vinos ya se distribuyen en Asturias. 
Pido disculpas si a alguien (con buena memoria) se le hace pesado volverlo a ver.



Gastroerrante, 13 de julio de 2012
La Rioja, una bodega y un museo: Artuke y Dinastía Vivanco

Si se viaja por La Rioja y uno es aficionado al vino parece obligado visitar una bodega. Si acaso la duda es cuál, y más bien me refiero a una elección por el tipo de trabajo que se hace allí, por el vino que se quiere y se busca. Visitar grandes bodegas es fácil, suelen tener sus programas de acogida y guía ya organizados, pero yo quería acercarme más, conocer a un elaborador y sus proyectos, y eso llegó con la mediación de mi amigo y habitual de estos foros, Sibaritastur, que me puso en contacto con Arturo, de Bodegas Artuke (Baños de Ebro).

Bodegas Artuke es una bodega familiar, voluntariamente limitada al tamaño que pueden manejar entre dos hermanos para que todo, desde el suelo a la botella, esté bajo su mirada. Con alguna adquisición reciente creo recordar que rondan las veinte hectáreas sus terrenos, esos a los que dan la máxima importancia. Uno de los primeros detalles que salió en la conversación fue precisamente que él valoraba más el tipo de suelo que la edad del viñedo, que ahí es donde veía la clave para encontrar el vino deseado. Procuran buscar altitud y suelos más bien pobres y tienen la mayoría de sus tierras entre los 440 y los 660 metros, aunque ya hay un proyecto en un lugar a algo más de 700. Este y la recuperación de un viejo viñedo son sus últimos planes puestos en marcha.

Pero todo eso se tiene que justificar cuando abres una botella de vino y el resultado te satisface, esa es la verdadera confirmación de tus ideas. Antes de ir al campo, y mientras le dábamos tiempo a la tarde a caer y a refrescar un poco, estuvimos en la bodega, la vimos, hablamos de sus vinos y los probamos. Yo ya había tenido la oportunidad de beber alguno antes, no así mis amigos, y allí cambiamos impresiones. Ahí convinimos que K4 o Finca de los locos necesitan su tiempo en botella, bastante, o que al seleccionado de maceración carbónica le viene muy bien un año de guarda; joven prefiero a su hermano más sencillo pero con ese año se crece, mejora. Destacamos en general mucha frescura, una fruta fragante, poco habitual en Riojas de gran difusión. Curioso que vinos tan frescos y frutales pasen por madera nueva, francesa toda. La conversación también tocó la biodinámica y vimos a un viticultor que la sigue pero sin hacer de ello un sacerdocio, de una manera bastante espontánea, o eso al menos me pareció. Nos contó algunos experimentos con toneles de distintas capacidades, nos habló de uvas y proporciones, nos dio buenas razones para cada elección; luego será el gusto de cada cual el que lo avale.

Todavía hoy, justo cuando escribo esto, me han llegado unas fotos -que ya circulan por las redes sociales- con el antes y el después del viñedo en proceso de recuperación. Espero que todos esos proyectos cuajen, porque me parecen sensatos y porque me gustan esos vinos. Seguiremos su  evolución.

Pero si uno quiere ampliar esa afición, darle su dimensión cultural plena, hay más cosas que tiene que conocer, que debe tener en cuenta. Alrededor del vino hay historia, hay arte, hay artesanía y mucho trabajo, y un estupendo modo de acercarse puede ser la visita al Museo de la Cultura del Vino Dinastía Vivanco, en Briones. Desde su exterior, con una colección ampelográfica y paneles explicativos, ya vamos a encontrar mucha, muchísima información. Sólo voy a referirme al museo como tal y a su aportación, sin tener en cuenta otras consideraciones ahora. Dentro, en sus salas enormes, vamos a poder hacer un recorrido temporal y temático por los distintos aspectos que rodean al vino, sea el cultivo de la vid, el trabajo, la bodega, la tonelería o las botellas, o detalles como una inmensa colección de sacacorchos. Si se sigue su hilo y nos apoyamos en los elementos audiovisuales se pueden aprender muchas cosas, sobre todo, quien se inicia en este tema. Es mi segunda visita al mismo y las dos veces se me quedaron cortas las horas dedicadas. Si se quiere aprovechar a fondo hay que contar con bastante tiempo, más del recomendado por ellos, y hay que pensar que se acabará fatigado con tanta información. Hay de todo allí, hay piezas artísticas sobre las que se puede discutir si es el emplazamiento más adecuado este museo, pero mientras tanto ahí las podremos disfrutar. Hay todo tipo de herramientas y accesorios de distintos orígenes y momentos históricos. Hasta un llagar de sidra me encontré, que tuvo que costar buen esfuerzo trasladarlo y montarlo. Siempre habrá aspectos discutibles y la abundancia de público, que en principio es buena noticia, puede dificultar apreciar los detalles, pero el balance global me parece muy bueno, una visita aconsejable para cualquier aficionado y que cada cual se beneficie de tal exposición con lo que más le atraiga.

Al salir, después de dedicar el esfuerzo a tantos datos, puede uno relajarse en el mismo Briones, pueblo con muchos encantos. Y aunque no sea el objeto de esta crónica no quiero dejar de citar Los Calaos, un buen sitio para comer allí. Cocina tradicional, sin complicaciones, con buenas raciones y buen precio. Y con una carta de vinos que mima las elaboraciones de la zona, algunas poco conocidas, sin gravarlas demasiado.

En suma, esto da para un día bien aprovechado en torno al vino.


2 comentarios:

  1. Artuke es una pequeña gran bodega y viajar por el mundo del vino suele desatar narraciones encantadoras. Echo de menos pisar viña y el olor de las bodegas. Este verano procuraré dejarme caer por alguna.

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  2. Sin duda fue un placer pisar aquellas tierras y ver los viñedos vivos, en recuperación o futuros. Gente muy honesta, con las cosas claras. Eso me parecieron.

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